Tener una mascota en casa implica una gran responsabilidad, especialmente cuando hay niños presentes, ya que la interacción entre ellos puede generar conflictos.
Los menores, dependiendo de su edad y madurez, pueden ser percibidos como una amenaza para las mascotas, debido a su comportamiento ruidoso y predecible.
Esto puede crear un ambiente estresante para los animales, manifestándose en comportamientos como el miedo, agresividad o cambios en su higiene. En el peor de los casos podemos tener mascotas muy agresivas que pueden lastimar a los menores.
Para prevenir situaciones indeseadas, es esencial socializar a las mascotas desde cachorros, enseñando a los niños a respetar su espacio y asociar las interacciones con experiencias positivas, como juegos y recompensas.
La familia debe de respetar el espacio de la mascota como cuando duerme o cuando come, sobre todo enseñarle a los niños a tenerles respeto. Es crucial no regañar a la mascota frente a los niños, ya que esto puede causar ansiedad.
Se debe de vigilar siempre la interacción entre los niños pequeños y las mascotas aunque esta sea fluida pues no podemos garantizar totalmente la falta de agresión: Ya que pueda ser que al perro o gato le duela una patita y el niño la toque y este por el dolor intente morder.
Un conflicto prolongado puede llevar a problemas clínicos en las mascotas, incluyendo estrés crónico y agresión. Por lo tanto, se debe supervisar la interacción y crear áreas seguras donde los animales puedan descansar. Enseñar a los niños a comprender las señales del comportamiento animal es fundamental para fomentar una relación segura.
Participar en el cuidado de las mascotas ayuda a los menores a aprender sobre responsabilidades y fortalece su vínculo con los animales.
Elegir razas adecuadas para convivir con niños y mantener una relación basada en amor y respeto enriquecerá tanto las vidas de los niños como las de sus mascotas, fomentando valores de compasión y cuidado.
Realizado por: M. V. Pavel Matute Colegiado Activo 1907