Historia de adopción: La negra


Negra pasó varios días en el mismo lugar sin moverse, como pudo se fue arrastrando hacia la esquina de la cuadra donde tardó más de una semana acostada, mi papá al verla tirada sin moverse decidió ir con ella y llevarle agua y un poco de comida, pero no quiso comer ni beber nada. Al llegar se dio cuenta que estaba toda ensangrentada a causa de las heridas que tenía en todo el cuerpo y hasta con la pelvis quebrada.

Era la época de septiembre, estábamos en pleno invierno, llovía fuertemente y para evitar que ella se mojara la metía en una caja de cartón tapándola con un pedazo de nylon por las noches y destapándola al día siguiente. Los vecinos le lanzaban comida, pero lamentablemente solo eran alimentos vencidos, panes enmohecidos que solamente le harían más daño, mis padres se enojaban mucho y tiraban esa comida.

Al pasar los días Negra se iba dando cuenta del amor de mis padres y con todas sus fuerzas se paró y camino frente a nuestra casa donde se colocó bajo el carro de ellos y donde permanecía a diario, con el paso de los días se pudo ir viendo la mejoría gracias a los medicamentos que mi mamá le había comprado, empezó así a probar alimentos y a beber agua. Era inevitable escuchar sus llantos que muchas veces no sabíamos si eran a causa de las profundas heridas o por la falta de sus amos, nos provocaba mucha tristeza verla ahí afuera pero temíamos que nuestros perros las lastimaran aún más. 

Días después mi papá decidió llevarla con el veterinario para que la examinará, dándole medicina para curar sus heridas y evitar el dolor, también nos informó que tenía muchos huesos quebrados que le impedían caminar correctamente y que se debía de operar porque tenía una enorme infección en su parte genital debido al accidente. El veterinario nos indico que nos cobraría solamente gastos médicos ya que era una perrita de la calle. Recuerdo perfectamente cuando mi papá regresaba de la veterinaria caminando y traía a Negra entre sus brazos aún dormida por la anestesia  fue un momento muy conmovedor.

Y pasaban los días y Negra mejoraba aún más, comía perfectamente aunque solamente podía alimentarse de comida blanda, su cadera había quedado quebrada y esto le impedía defecar correctamente, pero siempre pasaba debajo del carro hasta que un día una persona que caminaba pasó frente a ella y al verla empezó a ladrar, esta persona se volteó y saco un arma y estuvo a punto de dispararle pero mi mamá al momento salió y sin pensarlo se colocó enfrente para evitar que le hicieran daño, afortunadamente no pasó a más y desde ese día prácticamente la adoptamos, se convirtió en un miembro más de nuestra familia, cuando ya teníamos 6 perros más.

Pero ahí no acaba todo, en el transcurso de los años tuvo dos operaciones más debido a que no podía defecar porque a veces comía alimentos no aptos para ella, como una vez que comió hueso que personas le dieron pensando que eran un alimento para ella. Es una golden Retriever de color negro azabache, por eso decidimos llamarla “Negra”, que luego de dormir en la calle ahora duerme con mi papá. Los dos se han convertido en amigos inseparables e incluso compañeros de trabajo.

Es muy querida en el trabajo de él, todos la quieren mucho y a veces hasta le regalan alguna bolsa de concentrado. Es una perrita muy cariñosa, cuidadora, protege mucho a mi papá, un poco celosa cuando ve otro perro, pero sin embargo quiere mucho a los otros perros de casa, a veces le gusta hacer travesuras pero ahora se ha convertido en la alegría de la casa, y los vecinos la reconocen donde quiera que vaya debido a su gran historia. Todo fue un final feliz, una felicidad que lleva más de 6 años junto a nosotros. Ella es Negra… nuestra Negra!

Publicado: 29/09/2013
Historia proporcionada por Alejandra Urízar

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